El Sendero de Abraham Shemuel Ben Abulafia.

Durante las sesiones Abulafia informaba a sus estudiantes que todos los grados de espiritualidad estaban sujetos a obstáculos, que el llamo mastines, perros, personificados por  mitos antiguos como Ángeles y aun como Satán., Bajo su dirección él debía entrenar a cada discípulo para impedir que sus mastines personales dominaran su mente. Mirar fijamente a la “Carrosa”, lo cual los antiguos describían en su desorientación sensorial como la luz parcializada vibrante de las esferas que se manifestaba en ellos mismos después de mucha intensa concentración. Todavía las condiciones más profundas producían una unión de letras y esferas que daba como resultado un famoso resplandor relampagueante que los místicos de la Merkabah habían llamado  “Chayot” y las “Chayot marchaban y regresaban como una visión de relámpago” según Ezequiel. Aun una sola mirada en la Torah escrita, decía Abulafia inducia a tales condiciones cuando los Mekubalin veían las letras como “llamas blancas en fondo negro”, leyendo la Sagrada Escritura iban poniendo a parte frases en orden lógico. Una vez que él había terminado con el sentido y la puntuación de la frase, el Mekubalin se encontraba con que la Torah entera literalmente se confundía paulatinamente con una combinación del maravilloso Nombre. Para estos ejercicios el aconsejaba a sus estudiantes leer el manual antiguo de Rabbi Akiva, aun los contemporáneos de Abulafia eran incluidos en su programa de estudios.

En los trabajos le gustaba Eleazar Worns, el “Libro den la Gloria”, el libro anónimo de la Torah y el libro anónimo de la Merkabah. El advertía a sus estudiantes en contra de muchos manuales falsos de meditación tan proliferados a todo lo largo de la Edad Media. Estos debían ser evitados a toda costa, pues su meta era el poder mundano y métodos mágicos. Enseñaba a sus discípulos a reconocer tales trabajos cuando los encontraban. El Rabbi recomendaba quemar incienso y decorar el área de meditación con hierbas aromáticas.

Lic. Josef Dainer